En la retórica exacerbada de la actualidad, a veces se acusa a Israel de cometer actos de "genocidio" contra los palestinos. Genocidio es un término legal, y las políticas y acciones israelíes no cumplen en ningún caso con este umbral legal. Más bien, el uso sensacionalista del término genocidio en relación con el conflicto palestino-israelí no solamente es inexacto y engañoso, sino que sirve para demonizar al Estado de Israel y subestimar los actos de genocidio reconocidos.
El término genocidio fue introducido por primera vez por el abogado polaco-judío Raphael Lemkin en 1944, con "genos" que significa raza o tribu y "cide" que significa asesinar. Lemkin acuñó el término en respuesta al Holocausto, pero también en referencia a acontecimientos anteriores, como el Genocidio Armenio. La Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció el genocidio como un delito de derecho internacional en 1946 y lo codificó en la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio en 1948. La definición de genocidio según esta convención es: “En la presente Convención, se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal: a) Matanza de miembros del grupo; b) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; d) Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo; e) Traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo”.
Aunque uno puede oponerse e incluso condenar determinadas políticas o acciones israelíes con respecto a los palestinos o a los ciudadanos árabes de Israel, el hecho es que en ningún caso Israel ha llevado a cabo ninguna acción con la intención de exterminar, total o parcialmente, al pueblo palestino.
De hecho, acusar a Israel de genocidio tiene el efecto colateral de restar importancia a los actos reales de genocidio, como los ocurridos en el Holocausto, contra los armenios o en Ruanda.
Además, es muy preocupante que a menudo Israel sea el único país del mundo acusado por grupos de activistas de participar en un genocidio. Esto no solo es falso, tanto desde el punto de vista jurídico como de los hechos, sino que además aplica un doble rasero singularmente demonizador a Israel.
Por último, afirmar —como hacen algunos— que hay muchos "tipos" de genocidio y que Israel, por ejemplo, está cometiendo un genocidio "cultural", es igualmente problemático. Independientemente de cómo se aplique el término, es evidente que se escucha y tiene impacto en una gran audiencia que lo identifica como el término legal destinado a expresar el más horrible de los crímenes humanos —el asesinato y la expulsión de la población en masa —, una acusación que se aplica erróneamente a Israel y al conflicto palestino-israelí.