El eslogan es profundamente problemático en dos niveles. En primer lugar, afirmar que la existencia de Israel representa el colonialismo es anular la conexión histórica de los judíos con la tierra de Israel. Los judíos han vivido, se han sentido vinculados y han anhelado la repatriación a Israel durante miles de años, incluso en sus oraciones, liturgia y rituales diarios. No se puede separar al pueblo judío de la tierra. Por tanto, llamar colonialistas a los israelíes, como si fueran simples intrusos que usurpan una tierra extranjera en nombre de una potencia extranjera, es absolutamente inexacto, y pretende borrar la historia y el patrimonio judíos y demonizarlos como invasores de su propia tierra.
En segundo lugar, referirse a los acontecimientos del 7 de octubre como una forma de "descolonización" es justificar los injustificables y bárbaros actos que los terroristas de Hamás cometieron contra los 1.200 seres humanos a los que atacaron y maltrataron, asesinaron, mutilaron y quemaron. Aunque uno crea erróneamente que Israel es "colonialista", las acciones de Hamás no pueden excusarse ni legitimarse. La violación y el desmembramiento nunca pueden ser actos de liberación.